Cuando perdemos una de nuestras piezas dentales, como una muela, empezaremos a notar sus desventajas desde los primeros días, especialmente en la masticación, donde puedes sentir molestias en zonas como la lengua o el roce de unas piezas con otras. Todo ello puede derivar en heridas en la zona de las encías y algunos cambios tan importantes como el aspecto de nuestro rostro. Todos esos incovenientes pueden ser mayores si no se tratan debidamente con el paso del tiempo.
Pasadas unas semanas los dientes empiezan a desplazarse en un acto reflejo natural para intentar suplir la pieza dental que se ha perdido. La estética cambia y la mordida de los alimentos también, así como los dientes anteriores ya que estos están soportando una gran sobrecarga durante el proceso de masticado en comparación con los anteriores.
Con la colocación de implantes dentales se evitan este tipo de complicaciones y la dentadura recobra su funcionalidad.
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